
Una de las expediciones que más requiere un acondicionamiento físico, del nivel de un astronauta, es la realizada a la Antártica. Lo primero que se debe tener en cuenta es lo que se va a realizar allí. Hay excursiones sencillas para ir a visitar a las colonias de pingüinos, o de lobos y elefantes marinos, que no requieren mayor audacia. Sin embargo, cuando se trata de caminatas sobre el hielo para el estudio de glaciales o del suelo de este súper continente que se esconde bajo esta capa blanca, el nivel que se debe adquirir en entrenamiento es exigente.


Ciertamente, el frío en la Antártica es diferente a aquel que se puede experimentar en Canadá o en el norte de Europa. Es de un enorme respeto, ya que en ciertas circunstancias, cuando se está fuera de las bases científicas, las tormentas pueden venir inesperadamente, por lo que se debe buscar refugio. Por ello, es importante tener muy en cuenta los pronósticos del clima.
Sin embargo, caminar sobre el hielo con el peso de toda la ropa que se debe llevar, como defensa ante el frío, es complicado. Por ello, es recomendable una preparación física exitosa al menos seis meses previos a la expedición. Las caminatas pueden ser largas, sobre una superficie que complica cada paso, pues es como caminar sobre la arena en una playa caribeña con enormes zapatos.

El sudor puede complicar la situación, pues si se usa algodón, éste puede absorber el agua, la cual abriendo un poco la ropa para refrescarse se podría congelar, causando una hipotermia. Lo mejor es, acompañado del estado físico que me puede reducir el nivel de sudoración, usar prendas de lana merino, ya que esta repele el agua, favoreciendo la evaporación de ella.
Al final, uno termina con tantas capas de ropa como una cebolla; importa la forma cómo uno las usa uno acompañado de una preparación física que favorecerá las caminatas y rutas para el desarrollo de los proyectos que realizamos allí.
Mario H. Londoño Mesa
Docente de Biología Marina
@mario_londono_m